Eso sí, siempre que miro hacia atrás agradezco las idas y venidas de mi vida laboral en Barcelona, porque estoy convencida que para poder escribir, hay que vivir primero. Y más para alguien como yo, que aterrizó aqui un poco huyendo del régimen y un poco buscando mi libertad (eso pasa cuando creces dentro de una cómoda burbuja)...
El caso es que ahora me dedico un par de horas por las mañanas a buscar esas ofertas y esas empresas que me interesan y cuando lo encuentro hago una carta de presentación personalizada para ellos. No sólo quiero conseguir algo que valga la pena... ¿es mucho pedir? Sino que lo necesito, necesito volver a poner a tono mi creatividad, volver a formar parte de un equipo divertido, tener deadlines, sentarme con mi taza de café frente al ordenador y darle a las teclas. Con algo que valga la pena me refiero también al dinero ¿porqué no decirlo? también al horario (que sea flexible) y no olvidemos el lugar físico y las personas que están ahí con una, un lugar donde poder pasar todas esas horas al día sin sentirse asfixiado. Y sólo se me ocurre que esto es posible si estás haciendo algo que te gusta, rodeado de gente amable y divertida, pero también profesional y capaz. ¿Gente normal?
Bueno a lo que iba... que me está costando conseguir ese trabajo. Y lo escribo así como si nada, pero buffff... no es nada fácil decirlo, ni pensarlo, ni tan siquiera escribirlo. Pero es así. Es mi realidad ahora. Lo que me lleva a pensar -con miedo- algo que durante mucho tiempo quise creer no era más que la ficción de la chica urbanita que de pronto madura y se da cuenta que ya no es lo mismo que cuando tenía 20... Estoy empezando a pensar que la dificultad a la que me enfrento tiene más que ver con mi género y edad y no tanto con mi talento para la escritura.
Espero que no sea así...
... Continuará ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario