lunes, 22 de marzo de 2010

LA BARCA NONA


La primera vez que vine a Barcelona fue alrededor del 2008 (creo) a hacer un curso de escritura en la Ramon Llull. Era un programa de “verano” que proporcionaba mi uni en Chile.
Por aquellos años vivía una vida estudiantil muy “agitada”, la cual no me dejó tiempo ni espacio para informarme de la ciudad-mar en la cual iba a aterrizar. Pero casi mejor porque en ese viaje de 15 días conocí a un personaje citadino, que se movía por las noches de la ciudad (ahora me doy cuenta que lo hacía como una luciérnaga) y que me mostró una Barcelona auténtica, alucinante. Callejear por Barcelona con este personaje creo que han sido una de las experiencias que más huella me ha dejado. Curioso porque no me acuerdo de su nombre pero me acuerdo clarito cómo se reía y como los ojillos le empezaban a brillar a partir del tercer carajillo matutino. Por muy cliché que suene, quedé totalmente enamorada de Barcelona y algo muy fuerte dentro de mí me aseguró que volvería, de alguna manera anticipada, yo ya sabía que pertenecía a esta ciudad. Y de alguna manera extraña también sabía que nunca dejaría de pertenecer a mi ciudad natal, mi ciudad selva, Caracas. Entonces, desde ese momento empecé a sentir un amor a dos bandas, por Barcelona y por Caracas (aunque en los último años, mi amor por Caracas se haya transformado en más un amor platónico… pero esa es tela para otro día).
Pues bien, aquí estoy desde hace ya 5 años, felizmente casada con un Barceloní (creía que se decía “barcelonés” y “barcelonesa” pero resulta que es “Barceloní” y “Barcelonina”, ¿Qué bonito, no?) en toda regla. De esos que se recorren los rincones del centro que todavía no han sido explotados por el turismo (sí, ¡los hay! Y no sabes lo contundentes que son!), que lleva gafas, que tiene alma de anárquico (aunque si lee esto me mata!) y que ¿sufre? De esa locura mediterránea y muy particular de por estos lados (tramontana?)…
En fin, que sí, ¿que más que el amor va a hacer que 2 personas decidan cambiar su vida en 360º, casi de un día para otro…?
Fascinada por la idea de que, por las calles del centro, así como yo he caminado muchas veces, pensando, riendo, llorando y hasta maldiciendo… ¿cuántas huellas más habrá? Cuántas ruedas de carrozas, de caballo, de diversos animales y humanos…? Los secretos que han escuchado esas paredes, testigos de amores fugaces, eternos, clandestinos… en fin cuántas historias que me susurran al oído cada día que me animo a respirar estar ciudad, que me trae como hipnotizada y agradecida de vivir aquí, a pesar de todo lo bueno y lo no tan bueno.
Y como todo esto me mantiene en un estado de efervescencia permanente he decido ir contando las aventuras de una luciérnaga en Barcelona.
Espero que lo disfruten…