jueves, 15 de abril de 2010

La gente que viene y se va...


Creo que hoy en dia, en que tantos nos movemos de un país a otro, no debo ser la única que ha vivido la rara experiencia de la gente que viene y se va... puede ser que te re-encuentres con el super amigo del pasado, en una ciudad nueva, que has hecho un poco tuya y que te mueres de ganas por indagarla con esta persona. O que conoces a alguien, en esta ciudad que has hecho un poco tuya, que pareciera como esta persona y tu se conocen de toda la vida, y se inicia una amistad de lo más fuerte que al cabo de un tiempo queda en la nada, sin razón aparente. O es absorvida por el ritmo de la ciudad y del día a día, que nos consume un poco a todos y nos obliga a ir siempre corriendo detrás del metro, de las agujas del reloj, del dinero...
A mí me ha pasado varias veces, la primera opción. Barcelona es un destino tan suculento que muchos la quieren venir a visitar, y uno, que sobrevive aquí como mejor puede, recibe a esos amigos de toda la vida con plano de la ciudad y listado de cosas para hacer en mano, sobretodo si tus amigos vienen de una ciudad donde es muy dificil caminársela de arriba-abajo, donde no hay mucha seguridad por las noches (por no decir nada) y donde los conciertos y las actividades al aire libre son cosas como de cuentos de hadas.
Llega el mentado día, estás ahí esperando en Plaza Cataluña (frente al bien conocido Café Zurich), llega el amigo, el abrazo, la alegría... y comienza la diversión, tu supones que todo será como antes, lleno de risas, chistes, complicidades. Es cierto, a veces pasa que por mucho que el tiempo siga su curso, hay ciertas amistades que siguen siendo las del día a día aunque tengas años sin verte. Poco a poco te das cuenta, por la conversación, que ni tu ni tu amigo son los mismos de antes y que de hecho (esta es la parte triste) ahora son super diferentes y lo único que los une es la amistad que hubo en el pasado, una historia en conjunto en un espacio-tiempo determinado. Luego, cuando pasan los días, resulta que tu amigo, tampoco está muy interesado en tí y en las mil y unas que has vivido, sino que está más interesado en ver a otros amigos que también tiene en la ciudad y con quienes por lo visto si que comparte más cosas que contigo. A la final, el mapa queda doblado en tu mochila y los planes que te habías hecho en la cabeza van a parar al trasto de la basura, ni hablar de las fantasías de complicidad, que quedan reducidas a buenos recuerdos. Tu amigo no tuvo tiempo para ti o, simplemente, a medida que vamos cumpliendo años, estos mismos nos distancian, y además –y definitivamente- los días se hacen más cortos y ya el tiempo no alcanza para nada.
Ahora el tiempo solo alcanza para internet y las redes sociales, donde parece que la conexión con algunas personas siguen siendo las mismas de siempre. Aunque cuando las veas en persona sean dos completos desconocidos.
Sin embargo, no todo es tan triste. Hay gente que conociste en algún momento de tu vida, hace más de 10 años quizás, que cuando te fuiste de ese país y te despediste de ese amigo, lo hiciste sin lágrimas, porque sabías que lo volverías a ver, más tarde o más temprano. No tenías idea de cómo ni donde, porque esta persona en particular, y tu, parecían seguir caminos bien distintos y bien dificiles de volver a cruzar. Sin embargo, tu presentimiento se cumplió y no sólo lo volviste a ver al cabo de un tiempo sino que estos encuentros se ido repitiendo, como quien no quiere la cosa y por casualidad, siempre por casualidad. Un trabajo que implica viajar, una emergencia al otro lado del mundo. El caso es que, este amigo que te soportó durante 6 meses y que fue un apoyo para un tiempo duro, termina siendo el amigo verdadero y no una persona que viene y se va.