martes, 21 de febrero de 2017

Sobre el género y la edad (Parte II)

Dije que continuaría y aquí estoy... con mi crisis existencial sobre el género y la edad.

Últimamente pienso mucho en una querida amiga, de la que no sé desde hace años. En realidad, no sé si ella piensa en mí como una amiga... es una mujer que conocí hace mucho, cuando yo iba a la escuela y ella era la mamá de uno de mis mejores amigos. Era la perfecta mamá y ama de casa. Devota esposa también. Un día, no me acuerdo porqué ni cómo, pero me dijo algo así como que se pasaba los días pendiente de la casa y de los hijos, y en pocas palabras, que estaba harta, sola y cansada. Era una mujer poderosa, así que me impresionó que confesara algo así.  El caso es que en su momento no lo entendí, pero desde que tengo miedo a cumplir 40 años, me acuerdo mucho de esa conversación... en realidad, no recuerdo la conversación exacta, pero si la "onda" del momento, esto de ser una mujer creativa, poderosa, fuerte, divertida, y no poder disfrutar de ello de una forma ¿personal?.

Durante muchos años, nunca pude siquiera imaginar que alguna vez sentiría ese vacío o inconformidad. Es difícil de explicar... En muchos sentidos, mi vida es muy gratificante y maravillosa. Pero parece que siempre voy saltando de una crisis a otra, y en el intermedio, plazos cortos de "equilibro". Es dificil ser mujer, madre, esposa y persona, todo al mismo tiempo y en el mismo nivel de satisfacción. Muchas veces me digo a mí misma "no se puede tener todo"... pero la verdad es que sí, a veces quisiera tenerlo "todo". Con todo me refiero a, no sentir constantemente que me falta una pieza del puzzle.

Durante muchos años, estuve trabajando en sitios por el mero hecho de necesitar cobrar un dinero a fin de mes. Tuve el firme objetivo de escribir mis series y venderlas a una prodecutora que las hiciera realidad. Así que mi vida en realidad empezaba a partir de las 18.00, hora en que salía del trabajo gris de turno. Abrí y cerré los ojos y de pronto pasaron 10 años!!! Hice cosas con productoras, con directores, con otros guionistas, con actores... pero no logré mi objetivo. Eso no fue lo peor, lo peor fue la sensación de precariedad constante, que me equivoqué de país o de oficio o pensar que quizás no soy tan buena guionista como quisiera. Ahí tuve el salvavidas de mi esperado embarazo y luego los 3 primeros años de crianza. Han sido unos años muy intensos, muy felices, y muy difíciles también. No por la crianza en sí (tenía tantas ganas de ser mamá y fue tan difícil conseguirlo que no me permito ni un minuto de quejarme de esta etapa, además la disfruto de corazón, tengo suerte). Pero han sido años intensos, la relación de pareja cambia, tú cambias, tu cuerpo cambia y el mundo cambia. Ahora parece que además más rápido que nunca. Esos años decidí dar el salto al mundo del "freelance" y he vendido proyectos o me han contratado, pero ha resultado poco práctico y sobretodo muy solitario.

Y aquí es cuando pienso en mi vieja amiga, en sus horas de soledad, gestionando la vida familiar y tratando de encontrarse. No podía entenderlo cuando me lo contó, porque tenía 16 años, pero ahora lo vivo y me digo ¿nos pasa así a todas las mujeres?

En fin, que yo pensaba que lo de la crisis de los 40 era también otro mito.

lunes, 20 de febrero de 2017

Una de ficción sobre el género y la edad... o eso espero.

Pues bien, aquí sigo con mi trabajo actual que es... buscar trabajo. Ahora lo estoy haciendo diferetene, afortunamente, los primeros años en una ciudad nueva ya han pasado y ahora que tengo un poco más de estabilidad puedo darme el lujo que no pude hace algún tiempo, que es buscar un trabajo donde hacer lo que sé hacer: escribir. Y no sólo eso, sino buscar esa empresa que valore el talento y la creatividad, y no sólo las horas que pasas sentado calentado la silla de la empresa y matando las horas en tus redes sociales...
Eso sí, siempre que miro hacia atrás agradezco las idas y venidas de mi vida laboral en Barcelona, porque estoy convencida que para poder escribir, hay que vivir primero. Y más para alguien como yo, que aterrizó aqui un poco huyendo del régimen y un poco buscando mi libertad (eso pasa cuando creces dentro de una cómoda burbuja)...
El caso es que ahora me dedico un par de horas por las mañanas a buscar esas ofertas y esas empresas que me interesan y cuando lo encuentro hago una carta de presentación personalizada para ellos. No sólo quiero conseguir algo que valga la pena... ¿es mucho pedir? Sino que lo necesito, necesito volver a poner a tono mi creatividad, volver a formar parte de un equipo divertido, tener deadlines, sentarme con mi taza de café frente al ordenador y darle a las teclas. Con algo que valga la pena me refiero también al dinero ¿porqué no decirlo? también al horario (que sea flexible) y no olvidemos el lugar físico y las personas que están ahí con una, un lugar donde poder pasar todas esas horas al día sin sentirse asfixiado. Y sólo se me ocurre que esto es posible si estás haciendo algo que te gusta, rodeado de gente amable y divertida, pero también profesional y capaz. ¿Gente normal?

Bueno a lo que iba... que me está costando conseguir ese trabajo. Y lo escribo así como si nada, pero buffff... no es nada fácil decirlo, ni pensarlo, ni tan siquiera escribirlo. Pero es así. Es mi realidad ahora. Lo que me lleva a pensar -con miedo- algo que durante mucho tiempo quise creer no era más que la ficción de la chica urbanita que de pronto madura y se da cuenta que ya no es lo mismo que cuando tenía 20...  Estoy empezando a pensar que la dificultad a la que me enfrento tiene más que ver con mi género y edad y no tanto con mi talento para la escritura.

Espero que no sea así... 
... Continuará ...